lunes, noviembre 05, 2012

Mucha gente nerviosa. Y esto es lo más insoportable, por lo tibio: todos estamos siendo demócratas. Y en el kirchnerismo, a la larga, mucha gente que es de de derecha aprendió a moverse, a caminar, a competir, a no dar por sentadas sus posiciones ni a sentir naturales sus privilegios. Dicho esto también para decir: no todos los que marchan son de derecha. Pero el kirchnerismo desde el día 1 consiguió tener gente de ese lado en su contra.

¿Vivimos otra 125? No. Ni siquiera de cerca. No habrá una noche con final inquietante alrededor de un congreso iluminado y dos plazas esperando un veredicto. Vayamos a lo seguro: no hay articulación evidente entre el 8N y el 7D. Y la protesta tiene una cantidad de demandas que hacen a un sistema mucho más fuerte en lo anti que en la posible afirmación política. (Algo que casi siempre ocurre con la gente en la calle.) Aunque por supuesto tiene intérpretes políticos y periodísticos (este es el año de Lanata, sin dudas). Pero este episodio no tiene un Cobos, ni un parlamento, ni un resultado inmediato que lo desempate. Ninguno de los puntos de la protesta incluye como reclamo puntual la “no desinversión” del grupo Clarín. ES DECIR: el 8N puede tener “la agenda de Clarín” pero no a Clarín como agenda.

¿Qué efecto político beneficioso para Clarín puede producir el 8N? A mi juicio apenas este: el cómo del 7D. O sea: la protesta del jueves no amenaza la existencia misma del plazo judicial del 7D, sino las formas para forzar el incumplimiento del grupo a ese plazo.

Es obvio que los que manifiestan no tienen prioridad en la ley de medios y, más seguro, consideran que el grupo Clarín es un aliado y una red de contención. Digamos que -como mínimo- no consideran decisiva la contradicción llamada “política versus corporaciones”, y en tal caso visibilizan a un gobierno fuerte, con mayoría parlamentaria que hace apenas un año obtuvo una mayoría de votos, y que en “esto” pondría en juego la suma de más poder. Todos somos pragmáticos.

¿Qué pensarían los que reclaman por las instituciones acerca de las intromisiones judiciales del grupo Clarín o sobre los detalles de la gestión de décadas en Papel Prensa? ¿Las conocen algunos?, ¿muchos? No lo sabemos. ¿Quizás lo saben y no alcanza? ¿Quizás sí, muchos, incorporaron eso que dijo Lanata, lo de “opto por el más débil”? Veámoslo al revés. Te dicen: “¿Pero entendés lo del INDEC, no?” Sí, sí. “¿Pero entendés que seguís siendo kirchnerista?” Sí, sí. Ahí llegamos en la conversación: al punto en que lo que no toleramos es la oscuridad del otro, sobre todo en discursos cuyos efectos de polarización extreman a cada uno en su verdad. Un país sin carmelitas en el terreno político pero en el que aún con todo lo simbólico que se arrastra en las palabras no nos vamos a matar ni vamos a morir en esto. Cuando alguien dice “voy a dar la vida por X”, hoy, lo que hay que decirle es que la letra chica del contrato firmado en 1983 dice que si decís que vas a dar la vida primero tenés que decir quién te la amenaza.

Lanata y D’Elía son los hombres de las prosas fuertes del momento. Se disputan representaciones. Y, en el fondo, son dos outsiders auténticos, hombres sin votos, gargantas con fuerza discursiva para romper impotencias callejeras. Son dos hombres que viven diciendo todo al límite. Sus discursos son de verdad extrema. Y en estos días funcionan en espejo porque los dos se creen la expresión profunda de dos polos. El kirchnerismo, como suma de todos los hechos malditos y el anti kirchnerismo que lleva como bandera el fin de los odios y de las antinomias pero es el que más los subraya y necesita. Los discursos son paradójicos. Casi todos. Un discurso lleno de odio pide el fin del odio, porque lo que odia es una asimetría que ve irremontable en manos de un proyecto que a su vez maneja el Estado, y que se hizo de él a través de los votos.

¿Qué nuevo paradigma es este que te da las fechas históricas antes de que ocurran? 8N, 7D. Es inusual saber que en un mes, en una semana, en dos días, ocurrirá “algo histórico”. Es como la expectativa por el nacimiento de una marca. No sé si hay registros de algo así.  

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