jueves, abril 13, 2006

No quiero ser soldado, mamá


De esta guerra oficial.

De esta guerra que no queremos seguir.

De esta guerra que estamos obligados a seguir.

No entiendo algo: perdimos una guerra que era intra-estatal, o para-estatal, o sea, una guerra de aparato militar-jurídico-literario contra (...) y ahora ("Paso a paso/ los comandos de las FAR")... No da cuenta el discurso de los DDHH de la experiencia porque es recuperar algo por lo universal que tiene y no por lo particular, pero lo recuerdo, Hebe (con quien no simpatizo en NADA) decía: colguemos en la ESMA los Fal de nuestros hijos, y eso era mas justo con cierta situación histórica. Como leí por ahí: una teoría de ningún demonio, pero reconociendo casi al ras: se perdió una guerra. El ejército, que es anterior a la Nación, cómo iba a reaccionar frente a su competencia, a su sustitución, porque los '70, hermano, no es, no empieza en el Cordobazo, y esa imagen obrero-estudiantil, los '70 es el ruido del yunque tapando el tiro de gracia sobre Aramburu, no sólo muerto, sino sobre todo, muerto después de un Juicio Revolucionario. Eso ni la cana, ni el ejército, ni la iglesia, se lo podía bancar. Ni la sociedad argentina. Y en el fondo, ni el Pueblo. Todos estaban disparando sobre el sentido común.

Abrí los ojos en la alborada democrática. Un sandinista paró en casa. Y le decía mi padre: en Nicaragua sí, que es chiquita, pero acá, hermano, la guerrilla es y será una locura.

Verdad de la democracia número 2: "El ejército vencedor se juzga a sí mismo".

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